domingo, 24 de junio de 2012

El revés de la trama


The Heart of the Matter
Graham Greene

Sólo cuando la política deje
de parecerse al poder mafioso
será posible una alternativa
auténtica y triunfador

—Roberto Saviano 

La eterna confrontación de las creencias se pone de manifiesto una vez más durante las campañas políticas. Cada quien ve la película que le conviene o la que le permiten sus fantasías políticas y personales. La perspectiva de cada cual se fija desde la clase social a la que pertenece y, sobre todo, desde sus intereses.
No sólo los editorialistas profesionales se esfuerzan por adivinar lo que está sucediendo entre bambalinas en la lucha por el poder. También la gente común y corriente, en los mentideros políticos de todas las ciudades, de Tijuana a Tapachula, se pregunta lo mismo. ¿Será posible que haya ya un pacto secreto entre Calderón (que junto con García Luna necesita protección a futuro) y Peña Nieto? Cada quien trata de entender cuál es el revés de la trama. ¿Es realmente cierto que, por primera vez en la historia, una empresa de televisión toma Palacio? Ha sucedido de otra manera en Italia, con la prepotencia y las vulgaridades de Silvio Berlusconi. En Estados Unidos está por dirimirse, hacia finales de lo que queda del año, qué significa la beligerancia política de un canal de televisión como Fox, empeñado todos los días 
—obsesivamente, a todas horas, como si fuera un partido político— en sacar de la Casa Blanca al presidente negro.
Hay opiniones para todos los gustos. Comentaristas serios y muy honorables sostienen que es impensable, como lo siente la mayoría estudiantil, que haya habido una “confabulación” hace cinco años entre el PRI del Estado de México y Televisa para inventar la candidatura de Peña Nieto. Hasta hace unos días esta “estrategia” parecía indiscutible. Después del debate del 10 de junio pudo verse que no sólo Televisa constituía una muralla para el candidato no priísta: también los “analistas“ de otros canales, en su mayoría abrumadora, cerraban filas en contra del mismo. Un ejército de locutores en todo el país se alinea asimismo en esa trigonometría napoleónica. Lo más aventurado que podría especularse es que despliegan, para decirlo con un anacronismo marxista, una defensa de la clase dominante.
Tal vez a lo largo de los últimos cuatro o cinco sexenios se le fue dando a Televisa un poder cada vez mayor, al grado de situarla en una posición digna de poner Presidente. Se fue agigantando como otro gobierno, como la Iglesia en tiempos de Juárez, que tuvo que acotarla para no compartir con ella el poder.
Es un fenómeno inédito, muy fascinante para una tesis de “ciencias de la comunicación” de la Universidad Anáhuac o de la Ibero. La idea de fondo es que la “democracia mediática” es aquella donde los medios llegan a usurpar funciones propias de las instituciones y conduce a la uniformación o a la 
“norteamericanización” de la política.
  Desde que los jesuitas inventaron la carrera de "ciencias y técnicas de la comunicación" en la Iberoamericana en los años 50 no se ha visto una tesis que dilucide cómo es que una televisora como Televisa toma el poder en México o en otra parte de la nave espacial Tierra. El fenómeno de Berlusconi en Italia es distinto.
  En otra tesis habría que estudiar asimismo cuál es el significado de un canal como Fox en Estados Unidos: parece funcionar como un partido político y todos los días, prácticamente a todas horas, se propone tumbar el Presidente negro. Veremos en noviembre si, en efecto, la tele tumba gobiernos.
  En Alemania la televisión está muy acotada. Ni la sociedad ni el gobierno, ni la ley, le permiten acumular tanto poder. Debe ser imparcial en sus informaciones. Allá no dejan crecer al Monstruo, pues al rato le ponen canciller.
  
“La televisión ya no es sólo la cancha en la que se dilucidan las batallas políticas, sino también el arma utilizada para asegurarse la victoria”, cueste lo que cueste. Porque la tentación de controlar al Estado es muy grande y porque, ya lo sabemos en México, la política es dinero. 
  Una de las motivaciones más fuertes al intervenir en las campañas electorales es conseguir el poder para hacer negocios y proteger los que ya se tienen. Insaciablemente.

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