RES JUDICATA
Alégale al ampáyer.
—Élmer Mendoza
¿Por qué “del Poder
Judicial de la Federación”? ¿Qué se está tratando de enfatizar con ese complemento? También podría decirse la Suprema
Corte de Justicia de la Nación del Poder Judicial de la Federación. O bien: el
juez federal de Nogales, Sonora, del Poder Judicial de la Federación. El
Juzgado de Distrito de Mexicali del Poder Judicial de la Federación. ¿Cuál es
la idea? ¿Que no se vaya a creer que es del poder Ejecutivo de la Federación?
Los policías son Poder Ejecutivo también. Los ministerios públicos. Los agentes
de la Judicial o de la Procuraduría o “ministeriales” también son del poder
Ejecutivo del Estado o de la Federación, como dice el Presidente de la
República del Poder Ejecutivo de la Federación.
Pero en fin. Peccata minuta. La historia es que los magistrados o jueces del
Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, que viven bajo
muchísimas e intimidatorias presiones, son seres humanos y juzgan como Dios les
da a entender. Tratan, como los ministros de la SCJN, de adivinarle el
pensamiento al jefe de la tribu, es decir: al Presidente de la República. Así
ha sido siempre y no se atreven a que sea de otra manera. Hasta es posible que
tuvieran miedo de manifestarse en contra del nuevo y sospechoso establishment político. Y se entiende.
Votar a favor de la impugnación no era nada fácil. Les temblaron las corvas.
Además, muy humanos, también les interesaba conservar sus sueldos que
seguramente no pueden andar debajo de los 200 mil mensuales (aunque se dice que
llegan a embolsarse más de 300, algo así como mil dólares diarios). Lo cierto
es que debieron haber devengado sus sueldos, con más trabajo, con más esmero,
con más sentido del honor, con mejores argumentos.
¿Qué le vinieron a decir a las nuevas
generaciones los 7 Magníficos del Poder Judicial de la Federación? Que todo se
vale. Que se vale hacer trampa. ¿Qué le dicen a un joven mexicano que quiera dedicarse
a la política? Que el que transa avanza. Que no está mal comprar votos. Que se
vale aceptar dinero del narco.
Ese es el mensaje de los magistrados a
los jóvenes. Pero esos abogados no podían obrar de otra manera. Son producto el
producto histórico de una sociedad que siempre ha sido manipulada por abogados,
desde los tiempos de la Colonia española. Simplemente las leyes no se pueden
cumplir en México.
Estos incorruptibles e insobornables
magistrados (que se han ganado ya un lugar en la Historia Nacional de la
Infamia) avalaron el uso de tarjetas de prepago que se pagaron a Soriana y
Monex con dinero de no se sabe de dónde. (Las tarjetas de prepago son las que
se usan, sobre en Estados Unidos, para lavar dinero.) Le dijeron OK a la
inclusión de franjas promocionales en “Noticieros Televisa”, en espacios
supuestamente de carácter periodístico. Propaganda disfrazada de periodismo.
Contratos con Televisa por debajo de la mesa. Ese fue el mensaje, subliminal o
franco, descarado.
El hecho es que su fallo es cosa
juzgada. Nada contra la res judicata.
Se ha conseguido armar, inapelablemente, la coartada de la legalidad.
Un argumento llevado al absurdo es que
en la sentencia la justicia siempre se hace. Es como el misterio de la
transustanciación —se lee en la novela El
contexto, de un autor siciliano que me está vedado citar— cuando el
sacerdote celebra la misa y el pan y el vino se convierten en el cuerpo, el
alma y la sangre de Jesucristo nuestro Señor.
“Nunca, fíjese bien, nunca, puede
ocurrir que la transustanciación no se produzca. Y lo mismo sucede con un juez
cuando oficia la ley: la justicia no puede dejar de develarse, de
transustanciarse, de manifestarse, de cumplirse.”
Res judicata.
Se completa el circuito de la
legalidad, pero no el de la legitimidad.
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